Santa María de Guadalupe: Faro luminoso en la Historia de México.

16.12.2023

Fr. Juan Daniel Ríos Salazar.

11 de diciembre de 2023.

En el tejido de la historia mexicana, entre las páginas de prósperos amaneceres y adversidades desafiantes, surge un faro luminoso que guía el curso de nuestro ser nacional. Nuestra Señora de Guadalupe, la Madre Celestial que dejó su huella en el lienzo de Juan Diego, se erige como el ideal indeleble que nos hace ser mexicanos, trascendiendo tiempos y desafíos. En este artículo, exploraremos la inigualable misión evangelizadora de la Santísima Virgen de Guadalupe, que no solo transformó la nación en tiempos de Moctezuma sino que continúa iluminando nuestros caminos en la complejidad de la sociedad actual. ¿Cómo, en medio de la pérdida de valores, incluso de los más humanos, podemos afirmar que el espíritu guadalupano persiste? ¿Cómo, en esta era que se asemeja a los tiempos preguadalupanos, la Virgen de Guadalupe sigue siendo nuestra guía suprema y excelsa evangelizadora? Adentrémonos en esta travesía espiritual y patriótica, redescubriendo la fe que transformó naciones y que sigue siendo la esperanza de México en cada época.

Cada nación tiene su propia historia.

Cada nación tiene su historia, llena de sucesos prósperos y adversos, acontecimientos difíciles de superar que dieron lugar a venturosos porvenires. Personajes que dejaron huellas de bronce para seguir su ejemplo en el amor a la patria. Pero en toda historia siempre hay algo que marca y dirige su curso total, algo que nos hace ser lo que somos como nación a pesar de los tiempos, un ideal que nos proporciona vida y fuerzas para mantenernos en nuestro ser nacional, en fin, un carácter casi indeleble de nuestra vida común. Ese arquetipo es para nosotros los mexicanos la misma Madre de Dios, Nuestra Señora de Guadalupe, porque desde entonces ser guadalupano es algo esencial, sin lo cual dejaríamos de ser mexicanos.

Pero ¿Cómo se podrá confirmar esto en nuestra sociedad actual, en la que se han perdidos los valores ya no cristianos sino aun los humanos?, ¿o es que el espíritu guadalupano se ha desvanecido en nuestras tierras?, ¿acaso esta es la tierra sigue siendo la misma en que la Madre del Altísimo quiso dejar su imagen amada?

Santa María de Guadalupe: Reina de los Apóstoles.

Debemos confesar que nuestra época corre a pasos veloces para volver a ser la que precedió a las apariciones de Nuestra bendita Madre de Guadalupe; pero precisamente porque en aquellos tiempos la sociedad, o más bien, el conjunto de culturas que formaban lo que hoy es nuestro país, se hallaban en una completa devastación moral y espiritual, que hacía necesaria la visita de un misionero, pero no cualquier misionero o Apóstol, sino de la misma Reina de los Apóstoles: Santa María de Guadalupe a quien con toda verdad proclamamos la excelsa y suprema evangelizadora de México y toda Latinoamérica.

¿Qué éramos antes de su llegada?

A Ella, pues, estuvo y está reservada esta gran misión, a Ella se debe la conversión en masa a la Fe Católica de tantos indios como lo hubo en tiempos de Moctezuma. Pues antes de la conquista el Imperio Azteca estaba en el culmen de sus degradaciones morales, de manera que dos de los principales obstáculos que los frailes encontraron para la conversión de los indios fue la poligamia y la idolatría. Motolinía asevera como testigo, que observó a caciques que poseían tantas mujeres cuantas podían mantener; y por no querer separarse de ellas, ni se bautizaban, ni se casaban, y su ejemplo era seguido por los demás.

El vergonzoso dios Quetzalcóatl, fundó su trono sangriento y cruel durante siete largos siglos sobre setenta millones de víctimas humanas, que se le ofrecían a él, que no era otra cosa sino un ídolo inherte en quien se adoraba al demonio. Más de cuarenta mil templos paganos existían dispersos en el ancho imperio mexicano. Su idolatría firmemente arraigada junto a sus costumbres paganas y aun bárbaras, no era, pues, hacían muy difícil su desaparición para implantar la Verdadera Religión predicada por los españoles.

Labor heróica de los primeros misioneros.

Los incansables misioneros apostólicos que pisaron por primera vez nuestra desventurada nación se lamentaban, ya que veían que sus esfuerzos por propagar la doctrina de Cristo parecían inútiles. Estos operarios de la viña del Señor, que bien merecen el título de santos y conocidos como "las doce antorchas", y que junto a fray Juan de Zumárraga, fray Pedro de Gante y tantos otros, llegaron a punto de casi perder la esperanza de convertir a los naturales del país.

Santa María de Guadulpe: esperanza del país.

Cuando la Madre de Dios posó sus plantas en el Tepeyac se experimentó un cambió radical, de forma que lo realizado en diez años, desde la conquista 1521 a las apariciones 1531, en favor de Hispanoamérica, fue superado y con creces por lo acontecido después de las apariciones. Las conversiones posteriores a la Aparición fueron tan numerosas que los indios lloraban porque no encontraban un sacerdote que los bautizara. Eran insuficientes religiosos y clérigos seculares para administrar los sacramentos a los indios que, atraídos por el amor de María Santísima, abrazaban la Santa Fe Católica.

Este hecho es único en la historia de la Iglesia. Pues en México no hubo milagros extraordinarios de la magnitud de aquellos obrados por los Apóstoles, resucitando muertos y convirtiendo a los gentiles en multitudes, como sucedió en la predicación prodigiosa de San Pedro.

Santa María de Guadalupe: Esperanza de nuestros días.

Hoy más que nunca nuestra Señora de Guadalupe quiere salvarnos de otra tiranía no menos horrible que la de nuestra época prehispánica: la tiranía anticristiana que busca imponer su poder con las ideologías anticatólicas y de izquierda. No esperemos nuevas manifestaciones del cielo, porque ya sucedieron y aún permanece entre nosotros, vino para quedarse y no solo en la tilma de Juan Diego sino de una manera especial en cada uno de nosotros por el estado habitual de gracia.

Si queremos comprobar mejor la fiel promesa de Santa María de Guadalupe de ser en todo tiempo nuestro amparo y protección, llevemos su devoción muy arraigada en el pechoCh. Cuanto más nos mantengamos así más experimentaremos sus saludables efectos.

Quiera Dios que así como nada hay más grato que hablar de la Virgen que del cielo visitó nuestra tierra para sacarla de las tinieblas de la ignorancia y el pecado, para llevarla a la luz brillante del Santo Evangelio y la Divina Gracia, así nada sea más consolador que ser guadalupano en toda la extensión de la palabra, en la teoría y práctica, en esta vida y en otra.