Principios inquebrantables. La fuerza de la fe y la vida cristiana.

21.09.2024

JÓVENES


Los principios te fortalecen para enfrentar adversidades. Cuando estás seguro de tus creencias, puedes resistir las tentaciones de desviarte de tu camino y mantenerte firme en tus convicciones.

P. Fernando Albíter 

El teólogo insigne Fr. Reginald Garrigou - Lagrange nos enseña respecto a la firmeza que el católico debe tener en la fe: "La Iglesia es intolerante en los principios porque cree; pero es tolerante en la práctica porque ama. Los enemigos de la Iglesia son tolerantes en los principios porque no creen; pero son intolerantes en la práctica porque no aman".

Esa firmeza de la Santa Iglesia en la fe es un ancla inconmovible, capaz de impedir que la sociedad se hunda en el caos del error y el pecado. Por el contrario, el hombre moderno es débil, no tiene criterio para discernir la verdad del error, ¿dónde hallaremos la causa de esto?, sin duda en la falta de principios, que lo hace un ser frágil a la hora de defenderse del error y la maldad.

Los principios son las bases sobre las cuales se construye el carácter y determinan nuestras acciones en diversas situaciones. Son los cimientos de una vida moralmente coherente y nos permiten tomar decisiones basadas en valores sólidos, no en conveniencias pasajeras.

Qué entendemos por principios.

Los principios son ideas fundamentales que guían nuestras decisiones y acciones. Estas ideas se contienen en el Evangelio, y nos mandan cultivar virtudes como la humildad, la justicia, la caridad y la fe, entre tantas otras. Estas virtudes te ayudan a actuar con integridad y a luchar contra la corriente anticatólica de la sociedad que nos rodea.

La esencia de los principios radica en su universalidad e inmutabilidad. Los principios no se modifican según las circunstancias; son constantes y verdaderos en cualquier situación. Esto te proporciona un marco claro para saber cómo actuar de manera correcta y justa.

Los principios no son algo que se pueda ver o tocar, pero están presentes en tus pensamientos, acciones y decisiones. Se manifiestan a través de tus palabras y actos diarios, reflejando tus convicciones y creencias más profundas.

La formación intelectual por medio de la lectura y la meditación es esencial para desarrollar y comprender los principios. Al cultivar tu mente, puedes reflexionar sobre los valores que son importantes para ti y cómo aplicarlos en tu vida. Además, una sólida formación intelectual te permite discernir entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, basándote en una base de conocimiento y sabiduría.

Efectos de los principios.

Los principios tienen un impacto transcendental en tu vida y en cómo te relacionas con los demás. Te brindan una motivación estable, pues te guían hacia objetivos nobles y justos. También te dan rectitud y fortaleza, permitiéndote mantenerte firme en tus convicciones, incluso en situaciones difíciles.

Una vez que tienes claros tus principios, estos se convierten en una fuente de motivación estable. Te impulsan a actuar de acuerdo con tus valores y te animan a seguir adelante incluso cuando enfrentas desafíos. No debes depender de la motivación porque es variable por naturaleza, sin embargo, cuando por medio de la disciplina logras ser estable en la guarda de tus principios, puedes transformar tus convicciones en fuente perenne de motivación continua.

La rectitud es la consecuencia de vivir de acuerdo con tus principios. Actuar con integridad y franqueza te permite ser justo en tus relaciones con los demás. La rectitud es una virtud que eleva tu carácter y te acerca a una vida verdaderamente conforme al Evangelio que nos lleva a la perfección.

Los principios te fortalecen para enfrentar adversidades. Cuando estás seguro de tus creencias, puedes resistir las tentaciones de desviarte de tu camino y mantenerte firme en tus convicciones. Por eso los santos actuaron como faros luminosos en medio de la sociedad en que vivieron, porque tenían la fuerza suficiente para resistir a las corrientes del mundo.

¡Pon manos a la obra!

Vivir una vida basada en principios te da dirección y propósito. Te permite actuar con integridad y tomar decisiones cristianas conforme a los criterios del Evangelio. Es una forma de vida que conduce a la perfección y te gana, incluso, respeto por parte de los demás.

Es hora de aplicar tus principios en la vida diaria. Reflexiona en tus convicciones y asegúrate de que tus acciones estén en línea con ellos. No temas ajustar tus hábitos y comportamientos para alinearte con tus principios.

Tus principios te guiarán en los desafíos de la vida. Mantén la sabiduría, busca el bien y camina con determinación. Al hacerlo, forjarás un camino de rectitud y fortaleza que te llevará a una vida plenamente cristiana. Recuerda que nuestra Madre Iglesia es intolerante con el error y el vicio, esa debe ser tu conducta para que tus principios adquieran toda la fuerza de que son capaces.

¡Adelante, sigue tus principios y nunca te apartes de ellos!