LOS NUEVOS DOGMAS DE LA IGLESIA POSTCONCILIAR. FRATERNIDAD (2 DE 5)

03.01.2024

Por: JM López Vega.

¿Qué es la fraternidad universal?

La fraternidad universal es un concepto surgido en los grupos masónicos y luego extendido a otros de carácter esotérico, pseudoespirituales, y vinculados con las filosofías orientales, representativo de las corrientes vinculadas a la "new age".

Es uno de los conceptos preferidos por Francisco. Parte del supuesto de que todos somos hermanos, porque somos hijos de un mismo Padre y que con la voluntad de todos los hombres podemos resolver los problemas del mundo. Pero en un sentido estricto, ni todos somos hermanos, ni el consenso de voluntades nos puede salvar.

No todos somos hermanos, porque el bautismo nos hace verdaderamente hijos de Dios, y este sacramento solo se administra completa y correctamente en la Iglesia Católica.

La unión de voluntades no nos puede salvar, porque ignora los efectos del pecado original y porque nos lleva a la herejía de Pelagio, ya condenada por la Iglesia. Este personaje afirmaba que la gracia no es indispensable para alcanzar la salvación. Error. La gracia es imprescindible: "…porque sin Mí nada podéis hacer" (Jn. 15, 5) dice Nuestro Señor.

La Doctrina Católica tiene un concepto que podría suplir al de fraternidad: la caridad. Pero los alcances son muy diferentes. La fraternidad es una virtud humana; la caridad es de naturaleza sobrenatural. La fraternidad nos une con el mundo; la caridad nos une a Dios.

¿Qué propone la nueva Iglesia?

Francisco habla frecuentemente de la fraternidad universal, pero su pensamiento se puede reducir a su Encíclica "Fratelli tutti" (Todos hermanos). En ella plantea:

  • La necesidad de un mundo abierto, sin fronteras, donde la acogida sea uno de los principales valores.
  • El respeto a la persona y a sus derechos humanos. Nadie debe ser excluido. El diálogo y la amistad social son fundamentales.
  • Propone una ética social que busque ante todo la paz, que solo se conseguirá cuando se asegure tierra, techo y trabajo para todos.
  • La necesidad del diálogo para resolver diferencias y facilitar el reencuentro y reconciliación.
  • Propone la abolición de la guerra.
  • Propone un enfoque global que supere las soberanías de los países y una reforma de la ONU y de la economía global. Sugiere un Gobierno Mundial.
  • Finalmente propone que las religiones se sumen al servicio de la fraternidad en el mundo.

Compartimos un fundamento último: Apertura al Padre de todos. Solo en conciencia de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros.

Las convicciones religiosas sobre el sentido sagrado de la vida humana nos permiten "reconocer los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los valores en virtud de los cuales podemos y debemos colaborar, construir y dialogar, perdonar y crecer, permitiendo que el conjunto de las voces forme un noble y armónico canto, en vez del griterío fanático del odio".

Es una buena proclama masónica y socialista. Precisamente la masonería[1] fue una de las primeras organizaciones en felicitar a Francisco por esta encíclica.

El pensamiento socialista ha estado presente durante todo el gobierno de Francisco. Basta con analizar sus relaciones con los países y personas de esta tendencia política.

Por otra parte, Francisco hasta el final de Fratelli tutti menciona a Dios, pero en lo general, no se refiere al verdadero Dios, el de la Revelación, la Santísima Trinidad, sino a un dios genérico, que adopta diversos nombres según la religión que lo invoque.

Principales errores.

a. En el tema anterior sobre Ecumenismo ya queda claro que se trata de una nefasta estrategia para la Iglesia Católica. No es posible vincular a la religión católica con otras paganas.

b. ¿Todos somos hermanos? ¿Todos somos hijos de Dios?

Sí y no. Así contesta el Padre José María Iraburu[2], quien argumenta de manera impecable su respuesta:

  • Por la Creación primera, todos somos criaturas (hijos) del Creador, y todos somos hijos del Adán primero. Por tanto, «todos somos hermanos».
  • En la segunda Creación, por Cristo, nuevo Adán, pasamos de Babel a Pentecostés, de la división separadora a la congregación en la unidad (Ecclesia), y todos los que «por el agua y Espíritu» hemos renacido de Dios, «somos hijos de Dios y hermanos en Cristo».
  • «Quien no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de los cielos. Lo que nace de la carne, es carne; pero lo que nace del Espíritu es espíritu. Es necesario nacer de arriba» (Jn 3, 5-7). Es decir, la santificación no sólo depende de que las personas "sean buenas", sino de la gracia sobrenatural que sólo Dios nos puede dar, inicialmente, por medio del bautismo. Re-nacer mediante el agua y el Espíritu. La santificación obrada por la gracia de Cristo no produce un cambio accidental, sino que es ante todo un cambio substancial, que afecta al mismo ser del hombre, a su naturaleza.
  • Somos verdaderamente hermanos, en cuanto verdaderamente hijos del Padre celestial, y hermanos del Primogénito, nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
  • Los de fuera, por el contrario, no son hermanos, pues no han sido introducidos como hijos en la familia de Dios.
  • El ecumenismo verdadero pretende «la reintegración en la unidad» de todos los cristianos. Si no lo pretende, no es verdadero. Y es aplicable solo a los cristianos, no a otras religiones.
  • Y es falso también el «ecumenismo» que se extiende a las religiones paganas, que no creen en Cristo. A ellas la Iglesia debe dirigirse por el gran ministerio de la evangelización, propio de las misiones católicas. Dice Cristo: «Nadie viene al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Jesucristo, único «Salvador del mundo» (1Jn 4,14).
  • La Unidad universal que es pretendida sin Cristo o contra Cristo por la Revolución Francesa, por la Masonería, por el vano positivismo religioso de Augusto Comte, por el criminal Marxismo, por la Etica Mundial de Hans Küng, por el prepotente Nuevo Orden Mundial o por tantos otros ideales y poderes mundanos, es meramente verbal, es imposible.

Por la Creación, todos somos hijos de un mismo Padre, pero por la Redención, solo los discípulos de Nuestro Salvador, Jesucristo, que nos hacemos su hermanos mediante la gracia del bautismo, que borra el pecado original.

c. El Pecado original.

Está implícito un problema en toda esta argumentación: el pecado original. ¿Cómo pretender ser todos hermanos cuando no participamos de la gracia de la Redención que nos ha donado Cristo? Con el pecado original hemos perdido esa gracia. Solo Cristo, mediante los sacramentos que nos regaló, puede restituirla.

Para borrar este pecado original, innato, se requiere del bautismo, el más necesario de los sacramentos. ¿Cómo podemos afirmar que la salvación está en todas las religiones, cuando en ellas no existe el bautismo sacramental? ¿Cómo alcanzarán la salvación los "hermanos" que no han sido bautizados? No se puede. Éste es uno de los argumentos más importantes contra la fraternidad universal y el ecumenismo. Sin el bautismo, no hay salvación. Y el verdadero bautismo sólo se ofrece sacramentalmente en la Iglesia Católica, y se realiza invocando a Santísima Trinidad para que los dones de la gracia y la salvación desciendan sobre el bautizado: El Padre, El Hijo, y el Espíritu Santo. Ninguna religión fuera del catolicismo tiene esto; por lo tanto, no puede haber salvación.

Pero es solo el inicio. Porque, si bien el bautismo es imprescindible, no es suficiente. Se necesita también seguir las enseñanzas de Cristo. "Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre" (Mateo 12. 49, 50).

d. Herejía pelagiana.

Pelagio negaba el pecado original y aseguraba que el hombre puede, sin el socorro de la gracia, obrar el bien, vencer todas las tentaciones, y merecer la gloria eterna. Una variante de esta herejía, el semipelagianismo admite el pecado original y la necesidad de la gracia, pero acepta que el hombre puede merecer la fe y la primera gracia[3].

Pretender que se puede alcanzar la paz y la felicidad sin Cristo y sin su gracia, es participar de esta herejía. El hombre, por sus propios méritos, no puede salvarse.

Lo que hace Francisco es ignorar el pecado original y suponer que los hombres, con su buena voluntad, pueden obtener la salvación, o bien, que todos ya estamos salvados (otra herejía de origen protestante).

Bergoglio n0 habla mucho del cielo ni de la salvación eterna, pero aun así, sin la gracia de Dios, no podemos llegar a buen puerto, ni siquiera en el plano humano. La paz y el bienestar social que predica son inalcanzables sin Cristo.

e. El llamado de Francisco y la nueva iglesia es que las distintas religiones se sumen al servicio de la paz y la fraternidad. Otro error enorme. El objeto de la religión es la relación del hombre con Dios, no con los demás hombres. El fin del hombre en este mundo es amar y servir a Dios en este mundo, y gozarle en la otra[4]. Para relacionarse con los demás hombres necesitamos acuerdos, contratos, etc., pero no una religión.


[1] Verdad en Libertad. 06 de octubre de 2020. Gran Logia de España: «'Fratelli tutti' abraza la Fraternidad Universal, gran principio de la Masonería Moderna». https://verdadenlibertad.com/gran-logia-de-espana-fratelli-tutti-abraza-la-fraternidad-universal-gran-principio-de-la-masoneria-moderna/

[2] ¿Todos hermanos? ¿Todos hijos de Dios? José María Iraburu, el 12may20.

https://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/2005120905-593-itodos-hermanos-itodos-hi

[3] Faria. R. 1955. Curso superior de Religión. Bogotá. Librería Voluntad. P. 351.

[4] El Catecismo de Ripalda. https://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_1.htm