La iglesia profunda. Mafias dentro del Vaticano.

06.04.2024

MODERNISMO HOY


...hay otros que, fingiendo ser fieles a Cristo, provocan la ruina desde dentro, minando las estructuras de la fe, apoderándose de los cargos de capitanes, para debilitar las defensas y abrir las puertas subrepticiamente al enemigo, para que entre de manera inadvertida para los defensores.

Por J. M. López Vega.

El enemigo de la salvación no descansa. Y tiene muchos aliados. Unos bombardean la casa del Señor desde diferentes posiciones externas, pero también hay otros que, fingiendo ser fieles a Cristo, provocan la ruina desde dentro, minando las estructuras de la fe, apoderándose de los cargos de capitanes, para debilitar las defensas y abrir las puertas subrepticiamente al enemigo, para que entre de manera inadvertida para los defensores.

La lucha no es únicamente contra los enemigos públicamente declarados y fácilmente identificables, sino fundamentalmente contra los se ocultan en las sombras de los templos, monasterios y universidades; los que conspiran dentro de la misma Santa Sede, para obtener frutos insanos que corrompen el alma —dinero, poder, sensualidad— siempre inspirados por los demonios, que tienen como propósito de vencer a Jesucristo, perdiendo para el cielo cuantas almas sean posibles.

Esta es la iglesia profunda, la que trabaja de manera paralela a la iglesia oficial, generalmente a espaldas del pontífice. Pero en la actualidad todo parece indicar que lo hacen con su colaboración. Son los grupos infiltrados que desde sus propias trincheras quieren controlar la iglesia, ya sea teniendo como fin sus intereses propios, o, como sucede últimamente, alineados con el mundo, y ya descaradamente con los designios de Satanás.

Los intereses personales siempre han existido. Y ciertamente en la historia de la Iglesia hemos visto cómo se anteponen a los derechos de Dios. Pero ahora la soberbia, la sensualidad, el poder, el dinero y —fundamentalmente— el odio a Cristo, son los principales motivos de la iglesia profunda.

Expondremos cómo trabajan dos de los grupos o “mafias” dentro de la Iglesia, que constituyen la llamada “iglesia profunda”.

Desde el punto de vista de la investigación, es necesario apuntar que estos grupos que trabajan “tras bambalinas”, tienen como norma el secreto, por lo que resulta un tanto complicado obtener información abierta. La forma de llevar a cabo estas investigaciones es “armar un rompecabezas” con la poca información disponible.

La Mafia de Lavanda.

Se trata de un grupo de religiosos homosexuales o pederastas, de diferentes jerarquías, que se protegen mutuamente y que se apoyan para escalar posiciones más altas dentro de la Iglesia.

La Mafia Lavanda (a medio camino entre el púrpura cardenalicio y el rosa) es un lobby gay que se ha hecho fuerte en la Iglesia. Es un grupo de homosexuales activos que se protegen entre ellos para tomar el control de las diócesis. Y así muchos llegan a puestos de poder desde donde pueden ejercer presiones contra los muchos curas que no están de acuerdo con su forma de vida. Y les boicotean. Luego ayudan a los suyos a llegar más lejos en la jerarquía eclesiástica.

El problema es muy grave. Gravísimo. No estamos hablando de unos pocos obispos y sacerdotes que en un momento de debilidad se convierten en sodomitas; hablamos de todo una red de pederastia y homosexualidad dentro de la estructura que el Vaticano usa para gobierno de las iglesias, protegida mediante el encubrimiento de compañeros y superiores, hasta llegar a las más altas jerarquías, pues hay suficiente evidencia para afirmar que los casos fueron conocidos por el Vaticano.

Sobre los casos de pederastia, las cifras conocidas son abundantes y alarmantes en todo el mundo. 300,000 solo en Francia. Y se cuenta con expedientes bien documentados de jerarcas, como los casos de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y amigo personal de Juan Pablo II, el obispo chileno Fernando Karadima, del cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, o del cardenal cubano Jaime Ortega, son monstruosos, demoledores y deprimentes.

Pero el caso más sonado es el del cardenal Theodore McCarrik, ocultado por la Santa Sede debido a los servicios que prestaba en las relaciones internacionales y en la recaudación de fondos. Pero los reportes continuaron, lo que provocó una sanción de Benedicto XVI, que duró poco tiempo, pues fue rehabilitado por Francisco. Una vez más, debido a la presión de los informes del entonces Nuncio Apostólico en Estados Unidos, Carlo María Viganó, tuvo que ser nuevamente sancionado y finalmente reducido al estado laico. Su caso trascendió de tal manera que, a pesar de su enorme influencia política a nivel internacional, el gobierno de Estados Unidos anunció que sería juzgado por sus delitos.

En este caso de la Mafia Lavanda tenemos tres problemas centrales: el incumplimiento del voto de castidad de sacerdotes y obispos, lo cual indica una carencia de vida espiritual; el encubrimiento de la información relacionada con las denuncias de abuso sexual u homosexualidad por parte de sus superiores, que fueron reducidas al silencio, y el hecho de que estamos hablando de redes bien organizadas. En toda red, la destrucción de una de sus terminales no inhibe el funcionamiento completo. El problema de los abusos no podrá resolverse solo con la dimisión de algunos obispos, ni tampoco con nuevas directrices burocráticas. El problema son las redes homosexuales existentes en el clero, que tienen que ser erradicadas.

Dentro de esta mafia también se incluye a los filo homosexuales, es decir, aquellos que, sin serlo, favorecen su desarrollo. En este grupo se cuentan los cardenales Sodano, Bertone, Coccopalmerio y Vicenzo Paglia.

Por su parte, la reacción del Vaticano respecto a este gravísimo problema de corrupción y desprestigio para la iglesia ha sido nula, y puede resumirse en las palabras de Bergoglio: “¿Quién soy yo para juzgar?”

2. La Mafia de San Galo.

Otro grupo, muy pequeño por cierto, pero muy selecto, de una importancia esencial para la aceleración de las reformas posconciliares y para las elecciones de pontífices es el llamado la “Mafia de San Galo”. Se trataba de un grupo de cardenales y obispos cuyo propósito era reformar la Iglesia, y de manera oculta conspiraban para acelerar los cambios.

Al parecer, ellos mismos (el cardenal Danneels) se autodenominaron “mafia”, y de San Galo porque se reunían de manera secreta en la abadía de San Galo o “Sankt Gallen”, situada en una pequeña ciudad de Suiza.

Participaban es esta conspiración: Ivo Fürer, obispo de San Galo, Carlo María Martini, arzobispo de Milán, Basil Hume presidente de las Conferencias Episcopales de Inglaterra, Godfried Danneels, cardenal belga, que fue quien —antes de su muerte— reveló la información sobre la existencia del grupo, sus actividades y la imposición de Bergoglio en un libro sobre sus memorias, en 2015; Walter Kasper, cardenal alemán, sobreviviente (junto con McCarrick) de este grupo; Adrianus Herman van Luyn, holandés, obispo de Rotterdam; Karl Lehmann, cardenal alemán, obispo de Maguncia; Achille Silvestrini, cardenal italiano, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales; Cormac Murphy-O'Connor, cardenal británico, arzobispo emérito de Westminster; José da Cruz Policarpo, Patriarca de Lisboa y Lubomyr Husar, ucraniano, arzobispo Mayor Emérito de Kiev-Galitzia y toda Rusia, además del secularizado por pederastia y homosexualidad, Theodore E. McCarrick.

El grupo era dirigido por el jesuita Martini[1], (ligado a la masonería) pero cuando enfermó de párkinson, el liderazgo fue asumido por Silvestrini, (que trabajaba para la Secretaría del Estado Vaticano durante el gobierno de Paulo VI) experto en intrigas y en diplomacia.

Silvestrini es identificado por Juan Suárez Falcó[2] también como miembro de la masonería.

A este grupo se le atribuyen diferentes acciones de capital importancia para la iglesia católica. Entre otros:

  • La renuncia de Ratzinger. Con anticipación a la muerte de Juan Pablo II el grupo ya tenía su candidato. En primera instancia estaba el jesuita Carlo María Martini, líder de este grupo. Pero cuando aparecieron sus primeras señales de la enfermedad de parkinson, tuvieron que declinar esa elección.

Fue en ese momento cuando encontraron Bergoglio, una opción para contrarrestar la influencia de Ratzinger. Quien lo propuso y presentó al grupo fue el cardenal Murphy-O'Connor quien estaba vinculado con el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires.

Las versiones de por qué después de Juan Pablo II no continuó Bergoglio, incluyen la posibilidad de que sus planes no tuvieran éxito, pero también el hecho de que tuvieron que negociar a fin de que no quedara un cardenal más conservador.

Sobre su renuncia, se supone vinculada con este grupo mafioso, y como están las continuas reuniones privadas del jesuita Martini con Benedicto, entre 2011 y 2012.

  • La elección de Bergoglio. Con la renuncia de Benedicto “por cuestiones de salud”. En febrero de 2013, el grupo de San Galo regresa con su propuesta anterior.

La primera noticia de la intervención de este grupo en su elección, la da el propio cardenal Godfierd Danneels, miembro del grupo, en sus declaraciones previas a su muerte, donde afirma que esa elección fue planeada por su grupo.

Sin duda, el grupo de San Galo realizó una amplia labor de “cabildeo” antes y dentro del cónclave para facilitar esa elección.

Pero se trata de un procedimiento ilegítimo y sancionado por Derecho Canónico[3] de la Iglesia. Las normas para la elección papal son muy estrictas. Se castiga con excomunión a quienes conspiren fuera del cónclave para la elección del Papa, y se debe declarar nulo este proceso. Si aplicamos estas normas a la mafia de San Galo y a la elección de Bergoglio, tendríamos que admitir, primero, que todos están excomulgados latae sentenciae o automáticamente, y segundo, que la elección debe considerarse inválida.

  • También se atribuye a esta mafia la actual agenda de reformas en la iglesia, especialmente sobre los temas de crear una iglesia universal, la apertura a comunión de los divorciados vueltos a casar y la sinodalidad.

Efectivamente, si comparamos la actual agenda de Francisco con las propuestas de San Galo, hay una semejanza sorprendente, lo que nos lleva a suponer que esta agenda fue tomada de este grupo de conspiradores.

En resumen, tenemos amplias evidencias de la intromisión de este grupo de conspiradores progresistas o modernistas en la Iglesia, de manera ilegal, que ha manipulado decisiones de vital importancia, como la sucesión apostólica de Pedro y la misma agenda o programa de acción de la iglesia oficial, que lo vemos de manera palpable en la actualidad.


[1] Gloria TV publica una esquela firmada por la logia “Grande Oriente D'Italia Democrático”, expresando su pesar por la muerte de su "hermano". En: https://gloria.tv/post/194Pdzuso8rWCrmhGoRmL9AAf

[2] Juan Suárez Falcó. GLORIA TV. Breve crónica de un golpe de estado masónico en la iglesia:

Estudio jurídico-teológico de la renuncia de Benedicto XVI. En: https://gloria.tv/post/NE2pWwDW4wn4181SrP2eQT761

[3] Universidad de Navarra. DGDC. Elección del Romano Pontífice. En: https://www.unav.edu/documents/10174/503217/ELECCI%C3%93N+DEL+ROMANO+PONT%C3%8DFICE.pdf