La Fiesta de los Santos Inocentes: Un llamado a la reflexión profunda y la protección de los inocentes.

21.12.2023

Por: P. Fernando Albíter.

21 de diciembre de 2023, fiesta del glorioso Santo Tomás Apóstol.

Nuestra Santa Madre Iglesia quiere que año con año celebremos la Fiesta de los Santos Inocentes. Este no es un día de bromas, como impíamente creen los mundanos y anticatólicos, es un día que nos sumerge profundamente en el espíritu navideño por el recuerdo de aquellos angelitos sacrificados por los malvados que cebaron en ellos su odio al Niño Jesús. Esta fiesta es un llamado a la reflexión profunda y la protección de la inocencia. En este artículo expondremos explicaremos cómo esta fiesta nos invita a una reflexión profunda sobre la necesidad de entreharnos a Dios, poner nuestras vidas al servicio divino y luchar contra las amenazas que acechan la inocencia en un mundo turbulento.

Debemos entregar nuestras vidas a Dios.

El evangelista San Mateo[1] nos narra cómo Herodes mandó matar a todos los niños de Belén de dos años para abajo con intención de dar muerte al Niño Jesús que los Reyes Magos buscaban para adorarlo. Allí mismo el autor divinimante inspirado refiere la expresiva profecía de Jeremías[2]: "Se han oído más allá en lo alto voces de lamentos, de luto y de gemidos, y son de Raquel, que llora sus hijos, y no quiere admitir consuelo en orden a la muerte de ellos, visto que ya no existen".

Es cierto que la muerte temprana de estos angelitos nos conmueve y con razón, pero si la vemos con los ojos de la fe debería suscitar en nosotros sentimientos de admiración para con estos santos niños que, como dice la Iglesia en la oración de la fiesta: "confesaron la divinidad de Cristo con su muerte y no con su boca". Sin poder hablar pudieron predicar la divinidad de nuestro Señor con le entrega de su vida. El ejemplo de estos corderitos es un reproche a nuestro egoismo que envuelto en las vanidades de la tierra nos hace tacaños con Dios, pues ellos ofrecieron generosamente su vida.

Llamado a ofrecernos con generosidad al servicio de Dios.

Vivimos en una sociedad donde la mediocridad renina en hombres preocupados por vivir lo más cómodamente posible en medio de apariencias que nutren su vanidad y llenan su existencia de consas sin importancia para la eternidad. San Estanislao de Kostka murió a los 18 años pero llenó de obras buenas los pocos años de su vida impulsado por esta máxima: "He nacido para cosas mayores".

De los Santos Inocentes podríamos afirmar, con la perspicacia que caracteriza a aquellos que ven más allá de lo obvio, que surgieron destinados a empresas mucho más elevadas que muchos de los hombres que hoy son considerados importantes sin justificación aparente. Su breve estancia en este mundo no fue sino un breve preámbulo para lo que verdaderamente importaba: entregarse por completo al servicio de Dios, en una misión que alcanzaba las cumbres más sublimes.

Lector cristiano, te invito a reflexionar profundamente en estas verdades, ¿qué has hecho con tu vida? ¿Tus obras son dignas de estar consignadas en el libro de la vida? ¿Qué contraste hace mi vida comparada con la de estos Santos Inocentes? En lugar de caer en la tentación de pasar este día en bromas, pásalo en reflexiones serias sobre tu obligación ser un instrumento en el servicio de Dios.

Protejámos la inocencia en medio de un mundo pervertido.

En un mundo donde la inocencia de los niños está amenazada, la Fiesta de los Santos Inocentes nos exige luchar contra las fuerzas que atentan contra la vida inocente. Este año la sociedad ha experimentado una saudida moral en torno al tráfico infantil, pero no es suficiente. Este problema real aunado al del aborto nos plantea un reto como católicos, pues nuestra fe es tajante sobre la obligación de hacer el bien y luchar contra el mal.

A lo largo de la historia es la Iglesia quien por medio sus hijos ha dado solución a los problemas que surgían. La actualidad no debe ser la excepción. Para trabajar no se necesitan recursos, ni talento, ni grandeza, se necesita voluntad y confianza en Dios; el mejor argumento para esto que decimos son los Santos Inocentes, ¿quién más pequeño, débil y pobre que un niño? Pues esos niños en manos de Dios obraron la maravilla de proteger al niño Jesús, esos pequeñines a los ojos de Dios fueron lo suficientemente fuertes para detener al ejército de Herodes. Fueron instrumentos de la Omnipotencia divina y lo mismo podemos ser nosotros.

Nos llaman nuestras convicciones a ser faros resplandecientes en un mundo sumido en las sombras, donde el mal se siente cómodo y se pasea como dueño absoluto. ¡Gritemos con voz decidida y avancemos con determinación! El tiempo, breve como un parpadeo, no concede pausas, y la eternidad, impaciente, espera ansiosa las obras que corresponden a nuestra nobleza como Hijos de Dios. No desperdiciemos este instante efímero, ¡convirtámonos en arquitectos de nuestra propia recompensa celestial! ¡Elevemos nuestras acciones a la altura de nuestra dignidad divina y marquemos con audacia nuestra senda hacia la eternidad.

Que esta celebración nos incite a adoptar un auténtico espíritu católico, apartándonos de las vanidades para abrazar con fervor nuestras obligaciones divinas. En esta jornada, nuestra Santa Madre Iglesia quiere sumergirnos en una reflexión profunda sobre nuestro compromiso con Dios, a fin de resguardar al más inocente. En lugar de perder el día en bromas, detén la risa y levántate para emprender acciones valiosas en servicio de Dios y la Iglesia. Que tu existencia tome un nuevo rumbo y se torne fructífera en el servicio a lo sagrado.


[1] Mt. II, 16-18.

[2] Jer. XXXI, 15.