Sobre el deber de defender la fe. A propósito de un sacerdote pro-LGTB y satanistas

06.04.2024

DOCTRINA CATÓLICA


"Retirarse ante el enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamoreo para oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan".

León XIII

El Rev. Wolfgang F. Rothe[1], un sacerdote alemán del Novus Ordo, ha generado controversia al asistir a la ceremonia de inducción de un grupo sodomita y satanista, conocido como las "Hermanas de Indulgencia Perpetua". Esta acción, abiertamente contraria al espíritu de la Iglesia Católica, nos mueve a levantar la voz contra la conducta depravada y anticatólica de estos personajes y la jerarquía que lo permite.

El nuevo escándalo de Rothe.

Rothe, quien anteriormente estuvo involucrado en un escándalo sexual en un seminario austríaco, ha seguido un camino polémico al respaldar abiertamente a grupos que promueven la perversión sexual y el desprecio por los valores católicos. Esta “profesión” es un acto monstruoso que se burla de todos los principios católicos y horroriza con solo pensar que se haya dado. La participación en esta asombrosa monstruosidad de un clérigo que tiene comunión con Roma llama enormemente la atención, porque Roma no ha respondido.

A pesar de las críticas y las llamadas a la acción por parte de algunos católicos, las autoridades eclesiásticas, incluido el arzobispo Reinhard Marx, han guardado silencio frente a las acciones de Rothe. Cuando, por otro lado, vemos que Rothe denuncia ante a las autoridades civiles a los sacerdotes que defienden la doctrina católica en contra del lobby LGTB, ¿qué podemos pensar? Que estamos en presencia de una persona que actúa como enemigo de la Iglesia, no ante un sacerdote. Sus obras defienden el mal y usa su sotana para protegerse, es un lobo con piel de oveja.

La participación de Rothe en eventos que se burlan abiertamente de la Iglesia y promueven la depravación sexual plantea interrogantes sobre la integridad de las figuras de autoridad religiosa y la necesidad de defender los valores tradicionales frente a las influencias corrosivas. Su conducta ha resaltado la perversidad de que un sacerdote respalde actividades contrarias al espíritu de la fe católica, exigiendo una respuesta clara por parte de las autoridades eclesiásticas.

Ataque sistemático de quienes odian la Iglesia.

Cristo Nuestro Señor dijo: "Por sus obras los conoceréis" [2]. Esta regla es una norma que regula nuestra prudencia para juzgar en todas las cosas relacionadas con la fe. Diariamente, surgen en todas las partes del mundo actos que atentan directamente contra la Doctrina Católica que no puede cambiar con los tiempos y en Roma guardan silencio total en el mejor de los casos, porque ordinariamente se manda tener tolerancia y caridad.

Pero si en alguna parte del mundo los fieles quieren retornar a la liturgia tradicional, entonces llueven las prohibiciones y las campañas sistemáticas para disuadir a los fieles de nutrir su alma con la riqueza encerrada en la Santa Liturgia. Esto pudimos verlo claramente en el motu proprio emitido en julio del 2021 llamado Traditionis custodes, en el que se restringía la celebración en todas las diócesis de la Misa Tridentina.

La conducta seguida en el Vaticano manifiesta una pauta muy clara, tolerancia para los enemigos de la Doctrina Católica y persecución para sus defensores. El poder que Bergoglio dice ostentar como Sucesor de San Pedro lo ha convertido en una herramienta para cooperar a la propagación del mal, no es una afirmación sin sustento, es la realidad que nadie se atreve a decir.

A quienes nos oponemos a los silencios criminales del Vaticano se nos llama rebeldes, desobedientes y herejes. Pero bien podemos citar a un papa de la talla de S. S. León XIII para defendernos, en su encíclica Diuturnum illud, sobre el origen del poder, 29 de junio de 1861 dice:

"Una sola causa tienen los hombres para no obedecer, y es, cuando se les pide algo que repugne abiertamente al derecho natural o divino; pues todas aquellas cosas en que se viola la ley natural o la voluntad de Dios, es malo el mandarlas y el hacerlas. Si, pues, acontece a alguno el ser obligado a elegir una de las dos cosas, a saber, o despreciar los mandatos de Dios o de los príncipes, se debe obedecer a Jesucristo que manda dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mt. XXII, 21), y a ejemplo de los Apóstoles responder animosamente: conviene obedecer a Dios más bien que a los hombres (Act. V, 29)".

El Vaticano de Bergoglio de palabra y por obra quiere que todos los católicos los apoyen en su obra destructora. Ningún católico verdadero puede obedecer.

La tibieza es la conducta más vergonzosa de los católicos

La tibieza es la conducta más vergonzosa de los católicos.

La tibieza es la falta de compromiso en la práctica de la fe o en la adhesión a los principios morales. Se caracteriza por una actitud pasiva, indiferente o superficial hacia los mandatos divinos, donde el católico no muestra un compromiso genuino con la misión que tiene como miembro de la Santa Iglesia. El tibio condena privadamente lo que acepta públicamente con su pasividad y silencia.

Muchos católicos piensan que no es necesario trabajar activamente en la vida pública en contra del error. De nuevo, S. S. Leó XIII nos dice en su encíclica Immortale Dei de 1 de noviembre de 1884

"En el orden privado el deber principal de cada uno es ajustar perfectamente su vida y su conducta a los preceptos evangélicos, sin retroceder ante los sacrificios y dificultades que impone la virtud cristiana. Deben, además, todos amar a la Iglesia como a Madre común; obedecer sus leyes, procurar su honor, defender sus derechos y esforzarse para que sea respetada y amada por aquellos sobre los que cada cual tiene alguna autoridad".

Los verdaderos Papas condenaron siempre y en repetidas ocasiones la tibieza de todos los católicos, porque la única fuerza de los malos es la debilidad de los buenos.

Ningún católico puede dudar que debemos aborrecer la tibieza, por eso lo que muchos hacen es disfrazarla de prudencia, diciendo que si nada pueden hacer es mejor no hacer nada, que nada puede hacer un simple católico, que no es necesario hacer tanto para alcanzar el cielo. Para poder afirmar esto tranquilamente cierran los ojos para ignorar la situación en que vivimos.

Es una realidad que el error se defiende en todos lados, que el poder se usa para hacer triunfar el mal, que la perversidad reina en los Estados como en casa propia. No podemos tapar el sol con el dedo. En esas circunstancias es una obligación en conciencia defender públicamente la verdad sin importar las consecuencias.Los tiempos no están para nuestra tibieza.

Los tiempos no están para nuestra tibieza.

Santo Tomás de Aquino[3] nos enseña que cuando el error se propaga públicamente y con descaro, todos los católicos están obligados a salir en defensa de la fe, no solamente los pastores. Las razones para defender la fe nacen del sentido común: pues debemos instruir a los ignorantes, confirmar a los débiles y confundir a los malos.

Quien piense que puede ver con indiferencia cómo los enemigos defienden el error y socavan paulatinamente la Doctrina Católica se equivoca gravemente. Pues por el simple hecho de callar cuando debería hablar se convierte en cómplice.

A este propósito escuchemos de nuevo a S.S. León XIII en su encíclica Sapientiæ Christianæ de 10 de enero de 1890.

"Retirarse ante el enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamoreo para oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan. En ambos casos, esta conducta es en sí misma vergonzosa y, además, injuriosa a Dios. La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del individuo y a la seguridad del bien común, y provechosas únicamente para los enemigos del cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos… todos pueden desplegar la fortaleza de alma propia del cristiano".

Qué podemos hacer.

La principal obligación es instruirnos en la Fe, porque la ignorancia es la principal causa de que la herejía progrese. Nadie se puede considerar excusado de esta obligación, esta Revista nace precisamente como un esfuerzo para cooperar a esa obligación. El católico instruido debe a su vez difundir la verdadera doctrina entre sus hermanos con pláticas sencillas, arrojando la buena semilla. Asimismo, debe cooperar con la Jerarquía Eclesiástica en la magnífica obra de defensa que debe desplegar en todo momento, esa es la razón de ser que tiene la Acción Católica.

Hay un deber de denunciar todos los errores que se propagan, sin importar quién y como lo haga, como bien nos advirtió San Pablo[4]: "Pero aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo, si posible fuese, os predique un evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema. Os lo he dicho ya, y os lo repito: Cualquiera que os anuncie un evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema"

Anatema quiere decir tanto como demonio que debemos arrojar de la Iglesia porque corrompe la doctrina que Cristo predicó

[1] https://x.com/WolfgangFRothe/status/1761472934915260646

[2] Mt. VII, 16.

[3] Santo Tomás, Summa Theologica 2-2 q.3 a.2 ad 2.

[4] Gal. I, 8-9.